• Playlist: Another one bites the Dust- Queen
•••About
Hey there, hmmm. ¿Saben? Estoy como vacía. Por lo general, cuando escribo aquí, me siento con la libertad de dejar salir todo lo que siento, y aburrirlos eternamente hasta el cansancio antes de postear mi nueva creación. Lo peor del caso, es que en realidad, tengo demasiado que contar, muchas cosas que me gustaría expulsar de mi mente, pero si lo hiciese, siento que no terminaría jamás, encima, estaría como dando lástima.
Recostarse sobre su cama, mirar el techo entre lágrimas y suspirar ya se había vuelto parte de su rutina. Hacía más de una semana que el ‘maldito desgraciado’ no se dignaba a dirigirle la palabra. Y no es que jamás se pelearan – en realidad, discutían tanto o incluso más que el actual gobierno de derecha con la oposición- si no que esta vez, pareciera no haber espacio para una reconciliación.
Dolía. Ya estaba cansada, y dolía.
La situación era tan tragi-cómica que a ratos le daban ganas de largarse a reir y llorar al mismo tiempo. A estas alturas del partido, ya ni siquiera recordaba porqupe habían discutido. Lo único que tenía claro era que no pediría perdón. No esta vez.
Estaba cansada.
¿Y cómo no iba estarlo? Si cada vez que discutían era lo mismo: El dejaba de hablarle y ella moría por dentro, lloraba encerrada en su pieza toda una tarde, hablaba horas y horas por teléfono con su mejor amiga, contándole su triste vida, para luego llegar a la mañana siguiente, pararse frente a su casillero y pedir disculpas – la mayoría de las veces sin tener algo por lo cual pedir perdón -
Se sentía humillada, engañada. Porque, a decir verdad, pareciera que ella era la única que realmente valoraba la amistad que tenían, la única que pasaba noches en vela pensando en lo triste que sería la vida sin el otro: Lo solitario que se sentiría un almuerzo, lo incómodas que serían las mañanas al encontrarse en los casilleros, o lo aburrida que sería la clase de Biología del día Jueves. En resumen: Sentía que era la única que creía que la amistad era una relación recíproca de cariño. Pues el desgraciado no podía ser más indiferente – le llenaba que encima tuviese el descaro de responder (o también, ignorar por completo) sus mensajes con monosílabos.
- Te odio- Dijo al mismo tiempo que cerraba sus ojos y pensaba en el: Su sonrisa, sus bromas, sus ocacionales abrazos…
¿Qué más podía hacer, si no llorar? Estaba enamorada de un desgraciado, un inmaduro e insensible intento de hombre.
- ¿porqué me lo haces tan difícil?- Preguntó, recostándose sobre su lado izquierdo, de espaldas a la puerta.
Cerró sus ojos, y de pronto, escuchó sonar el timbre de su habitación. ¿Quién podría ser a esas horas? Pobre de su mejor amiga si se atrevía a venir a vistarla porque le habpia dejado bien en claro vía Twitter que no quería recibir visitas. Dispuesta a gritar una infinidad de barbaridades a quien fuese que venía a interrumpir su periodo de lamento, abrió la puerta.
Y se olvidó de respirar.
- Hola.- Dijo el chico frente a ella, y sintió el suelo moverse bajo sus pies.
- ¿Qu—Qué haces aquí?- Preguntó.
Estaba en shock. No solamente por el hecho de que fuese el hombre de sus sueños – el cual, por cierto, jamás memorizó bien su número de habitación, por lo que siempre la llamaba desde la recepción para que lo fuese a buscar.- sino porque era de noche, y estaban peleados.
- ¿Cómo llegaste sin…?
- Creo que me has repetido hasta el cansansio tu número de habitación: 9095.- Dijo un tanto apenado- ¿me dejarás pasar, o me tendrás toda la noche parado en el umbral de tu puerta?
No dijo nada, sólo asintió y lo hizo pasar, cerrando la puerta lentamente, como si temiese que algo se viniera abajo.
- Vengo a pedirte disculpas ¿sabes?- Comenzó, sin rodeos.
Y ella no supo que decir. ¿Cómo saberlo? No estaba acostumbrada a esto, siempre era ella al que se disculpaba, la que aclaraba el malentendido, la que se tragaba sus sentimientos, su pena, su rabia…
-La verdad, no sé ni porqué te enfadaste esta vez. Siempre es por alguna niñada tuya, o por algo estúpido que yo digo y te tomas muy a pecho.
- Linda forma de disculparte, eh. Echándome la culpa.- Soltó enojada, sentándose en el borde de su cama.- Si no vas a arrepentirte de tus actos, mejor cierras la boca y te largas.
Nunca supo de donde salió eso. Ella jamás había hablado de esa forma.
- ¡Lo estoy intentando! – Se defendió, y se sentó a su lado.- Mira, no entiendo de que va esto. Sólo sé que todos estos días he estado esperándote, a que llegues como siempre lo haces, y me llores como siempre, y nos reconsiliemos como siempre. Pero no lo has hecho, y eso…Me pone mal.
- ¿Qué?
- Te extraño-
Tomó su mano.
- Y si no te digo cumplidos es porque no que sepas que tartamudeo, si no te miro cuando compites por el colegio es porque no quiero me veas sonrojado, si no te abrazo es porque no quiero que escuches…como…late mi corazón.
Dolía.
- Si no te digo que te quiero como amiga es porque sería una mentira.
De un momento a otro, sus labios se juntaron, sus dedos se entrelazaron y sus respiraciones se aceleraron.
Cerró sus ojos.
La alarma de su reloj de mesa comenzó a sonar, al mismo tiempo que sus ojos derramaban amargas lágrimas. Hacía frio, estaba oscuro, y estaba sola. Revisó su celular, sólo para descubrir que su buzón de voz estaba vacio.
En su buzón de salida, un solo mensaje: ¿Quieres que hablemos? Mi habitación es la 9095. ¿o prefieres que vaya yo?
Se había rendido.
•••The end.
Yey, volvió mi antiguo yo, ese que escribe pura mierda depresiva, pero ¿saben? LA VIDA ES ASÍ. Triste, injusta.
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