domingo, 1 de mayo de 2016

SHE

• Entrada: #O83
• Playlist: First Love - After School

•••About

Sólo quiero comentar que nunca me voy a rendir, y voy a escribir tantas historias como canciones tenga TVXQ. Sobre mi escrito... Cuando lo leyó un amigo todo lo que pudo decir fue "¿para qué tan depresiva amiga?".

~ SHE



Estaba inquieta. No había nada más terrorífico para mí que quedarme sola en casa. Y no era por miedo a algo ni a alguien en específico. Veo muchas series policiales, pero aún no desarrollo ningún tipo de trastorno relacionado a los mil y un asesinos seriales que atrapan los guapos agentes federales de Criminal Minds.

Lo que realmente me molesta es casi tan ridículo como temerle a la oscuridad: Es el hecho de estar sola. Porque cuando estoy sola, la única compañía que tengo es mi propia conciencia, las voces en mi cabeza, mis propios demonios.

Y podía estar mi pieza, en la sala, en la ducha, en la cocina o podía estar comiendo, viendo alguna película, daba igual, pues soy incapaz de espacar de esa sensación incómoda, de esa oscuridad que poco a poco me envolvía y apagaba toda luz que pudiese haber encendido.  No lo logro dejar de escuchar esas cosas que día a día lucho por esconder en lo más profundo de mi mente, esas cosas que desearía poder dejar bajo llave. Y prendo la música fuerte, a todo volumen, pero ni siquiera eso puede ayudarme a escapar.

Soy una mujer dañada, una muñeca rota. Y no es como si hubiese pedido serlo. A nadie le gusta ser ese juguete dañado, maltratado, viejo y sucio con el cual ni un alma desearía jugar. Yo no podí ser esa Barbie, desnuda y con el cabello lleno de nudos, olvidada en el fondo de un baúl polvoriento.

Cuando estoy sola, constantemente me miro al espejo (y me encantaría decir que es por vanidad) y no reconozco a la chica frente a mi.  Ella me mira, peinada, maquillada. Ella me sonríe. Y a pesar de sentir que no la conozco, sé quien es: ella es esa máscara, ese disfraz que uso todos los días para hacer mi vida menos difícil, para dejar de ser yo, al menos en la superficie.

Odio ese teatro, pero no más de lo que me odio a mi misma. Y no es como si el resto gustara de esa otra persona que pretendo ser tampoco, se encagaron de dejármelo claro toda mi infancia. Soy distinta, y a pesar de lo mucho que lo intento, aún me cuesta esconderlo, es cansado, es una gran pelea la que hay que dar para trarar de reprimirse, de censurarse. Siempre he sido una rara, una rata de biblioteca…Y tuve toda clase de apodos “la enana” – problema resuleto-, “la gorda”. La chica desagradable, la escoria, la niña que siempre acababa llorando en una esquina, la que prefería leer un libro y viajar a otros mundos antes que vivir la realidad.

Y no pretendo culpar a nadie, porque sé que esto no lo ha hecho un tercero. Mi verdadero yo me hizo esto. Me encerró bajo llave en un calabozo al cual sólo podrías llegar bajando una larga escalera; un lugar al que nadie iría porque ni la luz del sol era capa de entrar. Y me pregunto ¿Alguna vez han sentido que están tan enterrados bajo tierra que ya no tiene caso seguir intentando llegar a la superficie? Quizás allí estuvo mi error: Pensé que debía intentarlo, pensé que debía salir.

Lo primero que intenté fue una estupidez, y un tremendo fracaso: esos ridículos cortes. El brazo, en las piernas. Pues, a pesar de que el dolor a ratos me hacía olvidar mi quebrado espíritu, no pudo convertirme en una persona más valiente, todo lo contrario. Me da miedo el dolor, me da miedo sufrir. No me gusta. Soy una cobarde, una débil de mente. Soy incompatible con la vida, porque en la vida se sufre, y es justamente eso lo que te hace recordar que estas vivo.
También pensé en dormir para siempre –y se sorprenderían todo lo que encuentras sobre sobredosis de pastillas en la internet- : Ahogarme en un hermoso sueño y jamás depertar. ¿Alguna vez han deseado seguir soñando, aún cuando ya estpan despiertos? Es un pensamiento muy triste, ya que sólo es un recordatorio de que la vida real no es suficiente. Sentir que estarías mejor viviendo en una estúpida fantasía es desalentador.  Pero en mi mente había un gran palacio, y yo era la princesa. Era feliz, nadie me juzgaba, ni yo tampoco lo hacía, pues en mi reino no había necesidad de esconderse. Allí, en mi reino no había oscuridad… Al menos por un tiempo así lo fue. Nuna obtuve mi final feliz,  al final terminaba en una pesadilla, porque los monstruos de los que quiero huir están conmigo, están en mi mente.

Me di cuenta con el paso del tiempo, que ninguno de mis planes eran lo suficientemente buenos porque yo no era lo suficientemente buena. No soy una persona valiente. Tengo miedo de no poder escapar (que a fin de cuentas no es más que huir sin dar pelea, es una solución “parche” para mis problemas). Y entonces pensé: Yo no puedo hacerlo, pero talvez otra persona si sería de salir de esa mazmorra.

Quizás una chica enérgica, que sonría y que sea querida podría.  Y así la armé, mi coraza, mi armadura, mi inspiración, mi yo ideal.

La muñeca perfecta.

Y si me ponía todos los días ese disfraz estaba segura de que podría llegar a ser como ella.

Podría ser ella.


FIN.

Y esto es lo que pasa cuando tienes ramos como "Antropología". Pues sí, lo escribí el año pasado, así como un millón de cosas más que no he terminado porque soy una floja.

Atte, Sayu